La campaña PayPerformers promueve el derecho de remuneración para los artistas en internet

El modelo español funciona desde 2006

La campaña PayPerformers promueve el derecho de remuneración para los artistas en internet

PayPerformers es una iniciativa inspirada por la Sociedad de Artistas AIE e impulsada por AEPO-ARTIS cuyo objetivo es promover el derecho de remuneración de los artistas, intérpretes o ejecutantes por la explotación de fonogramas y grabaciones audiovisuales en las plataformas digitales.

 

Hace escasos días la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) publicaba un estudio sobre la situación de los artistas en el mercado digital (puedes consultar el original en inglés aquí y un resumen en español aquí).

En él se pone en evidencia el desequilibrio entre los grandes beneficios que por un lado han conseguido tanto las grandes plataformas como las industrias discográficas y audiovisuales y el insuficiente pago que por otro lado han recibido los artistas de la música y del sector audiovisual.

El debate sobre cómo conseguir un reparto económico más justo entre las distintas partes involucradas en el mercado del streaming se intensificó durante el proceso de redacción de la última Directiva Europea de Copyright.

Hoy nos encontramos en un momento decisivo ya que, dependiendo de cómo los Estados Miembros de la UE interpreten y decidan implementar los artículos de interés para los artistas, tendremos herramientas legales para equilibrar la balanza del streaming o nuestras legitimas demandas caerán finalmente en saco roto.

Contexto de la campaña

Existe una visión generalizada por parte de la comunidad artística sobre la escasa e injusta remuneración que se percibe por la explotación de la música en las plataformas digitales. Los datos son elocuentes: según la encuesta realizada por PayPerformers, sólo el 0,45 % de artistas de todo el mundo puede vivir del streaming y en torno al 90 % declaran percibir menos de 1.000 euros al año por el streaming y las descargas de sus grabaciones.

Este pago insuficiente se ha hecho más evidente en el contexto de la pandemia ya que incontables músicos han perdido su principal o única fuente de ingresos, el directo. A pesar de que el confinamiento ha supuesto un aumento global del streaming, los artistas siguen sin participar de la bonanza de este mercado en auge.

Los artistas, representados por las principales organizaciones de ámbito europeo, ya pusieron de manifiesto el problema en 2015 y a través de la campaña Fair Internet (Internet Justo) trataron de que la Directiva Europea sobre Copyright incluyera en su texto final un derecho de remuneración por la explotación de música y grabaciones audiovisuales en internet y que dicho derecho fuse irrenunciable y de gestión colectiva obligatoria.

En gran medida las instituciones europeas entendieron el problema y finalmente la Directiva Europea aprobada en 2019 reconocía en su Artículo 18 el derecho de los artistas a percibir una remuneración “apropiada y proporcionada” por dicho tipo de explotación.

Si bien el Artículo 18 sienta las bases para la implementación de un mecanismo que mejore la remuneración de los artistas, deja cierta libertad a los Estados miembros a la hora de interpretar su enunciado y de establecer un mecanismo en particular que garantice una remuneración más justa a intérpretes y ejecutantes.

Campaña PayPerformers

La campaña insta a los gobiernos de la UE y de otros países a que implementen este derecho en sus territorios. PayPerformers cuenta con el apoyo y la participación directa de artistas de cada país donde la campaña está presente.

Estos son algunos aspectos sobre el derecho de remuneración que se detallan en la campaña y que son de utilidad para promover su implantación:

– Para que el derecho de remuneración sea efectivo debe estar sujeto a gestión colectiva obligatoria ya que, en la práctica, la gestión individual de este derecho es poco viable. La gestión colectiva reduce el coste de administración de este derecho tanto para los artistas como para las plataformas, que pueden negociar las tarifas con las entidades de gestión en función de las prácticas de mercado de cada territorio.

– El derecho de remuneración por la explotación en plataformas digitales utiliza una gestión de licencias y de información individualizada del uso real que es similar a la gestión del derecho de comunicación pública asociado a la difusión tradicional y cuya gestión colectiva se ha demostrado del todo efectiva.

– El streaming es una forma de consumo que no entiende de fronteras y las entidades de gestión tienen las herramientas -tales como bases de datos conectadas y acuerdos de reciprocidad entre sociedades de distintos países- necesarias para el manejo de grandes volúmenes de información relativa a repertorios, usuarios, derechohabientes, uso real pormenorizado, etc. Estos recursos son imprescindibles para llevar a cabo una gestión nacional e internacional optimizada y el pago apropiado y proporcionado a todos los artistas, sea cual sea su origen o el lugar donde se lleve a cabo el consumo de su música.

– Finalmente, la gestión colectiva resuelve el problema de la débil posición negociadora que tienen los artistas frente a las grandes corporaciones que participan en el negocio del streaming.

El modelo español

El sistema español de remuneración equitativa lleva funcionando desde 2006, cuando se hizo la transposición de la Directiva Europea de la Sociedad de la Información (INFOSOC) de 2001. La ley española introdujo el derecho exclusivo para los artistas intérpretes o ejecutantes de poner sus interpretaciones grabadas a disposición del público.

En el momento en que un artista firma un contrato discográfico, se presume que cede el derecho exclusivo al productor de fonogramas o de grabaciones audiovisuales como parte de su relación contractual, preservando a cambio un derecho irrenunciable a una remuneración equitativa. El derecho de remuneración permite que los artistas reciban un pago por su música y obras audiovisuales cuando son reproducidas en radio y televisión, así como en servicios de internet como las plataformas de streaming y, a su vez, el productor se reserva la gestión del derecho exclusivo con los diferentes usuarios.

Por tanto, además del derecho exclusivo así transferido al productor, el artista conserva un derecho irrenunciable a percibir un pago por el uso de sus interpretaciones en los servicios online, pero no puede controlar su uso, como lo hubiera hecho si conservara el derecho exclusivo. En el caso de la música, esta remuneración equitativa debe ser administrada por la entidad nacional de gestión colectiva AIE que gestiona los pagos realizados por las plataformas a todos los intérpretes y ejecutantes involucrados en las grabaciones utilizadas realmente. Es comúnmente aceptado que cualquier otro mecanismo de gestión de este derecho sería ineficaz para los artistas.

El sistema español beneficia a todas las partes involucradas:

a las plataformas, porque se aseguran de pagar a todos los artistas y no a unos pocos.

a las compañías de discos y productores audiovisuales, porque mantienen la gestión del derecho   exclusivo preservando así las licencias con los usuarios y los contratos con los artistas.

a los artistas porque son remunerados de forma más justa por su talento y profesionalidad.

a los consumidores porque el derecho de remuneración no afecta al precio de las suscripciones y se     aseguran de que su dinero llegue a los bolsillos de los artistas que eligen escuchar.

España es pionera en la implantación de este derecho de remuneración y tanto AIE como AISGE apoyan la campaña PayPerformers para que dicho derecho sea también una realidad en otros países europeos y del resto del mundo.

Los artistas necesitan un mecanismo armonizado de remuneración justa que esté presente en los grandes mercados de la música. Durante décadas, la comunidad artística ha esperado respuestas desde el ámbito contractual, pero estas nunca han llegado. Las cifras detalladas al inicio confirman que necesitamos una revisión legislativa que complemente el ínfimo o nulo recaudo de royalties proveniente de las industrias discográficas y audiovisuales.

Está en juego el presente y el futuro de la música grabada y más que nunca es necesaria la unidad de nuestra gran familia artística.